“El Desarrollo como Función
del Capitalismo”
Autor Guillermo Augusto Pérez Merayo
Derechos de Autor
En
general el capítulo en análisis se refiere
a la problemática del capitalismo el cual una vez consolidadas
sus fuerzas de transformación y de desarrollo, principalmente
la industria y el capital financiero mundial. Estas fuerzas han
tomado una dirección la cual esta llevando al mundo (la naturaleza)
y a la humanidad a puntos de no retorno, y cuyo único rumbo pareciera
de continuar este proceso, es la destrucción de nuestro hábitat
(el mundo) y la consiguiente desaparición de los seres que lo
componen.
Considera
el autor que el progreso y el desarrollo humano es el resultado
de la confluencia de grandes dos factores
como son los materiales (materias primas o recursos y medios
de capital o transformación) y los intelectuales que han surgido
del espíritu y creación de la mente del hombre. La conjunción
o no de estos factores en algunos casos ha permitido la evolución
y bienestar de los territorios y los individuos que los componían,
o bien el estancamiento en el progreso y la miseria de los pueblos.
La
existencia humana ha cambiado sustancialmente en su paso por
las distintas etapas de la historia conocidas
cómo eras, así la de piedra, la agrícola, la industrial y recientemente
la del conocimiento. Cada era ha tenido un agente catalizador
que mueve o sirve de motor al sistema, muy importante fue para
la humanidad la era industrial, la cual sirvió de lanzadera de
desarrollo y salto cualitativo de la humanidad; esta tuvo como
motor una fuerza económica conocida como el capitalismo.
Es
importante hacer notar el capitalismo no se gestó en sus inicios como tal fuerza poderosa de todos conocida,
sino que progresivamente esta se fue desarrollando hasta llegar
a convertirse en los grandes capitales financieros (sin patria)
del presente. Para que esto ocurriera tuvieron transcurrir también
una serie de etapas, inicialmente surgió como un capital incipiente
el cual progresivamente fue adquiriendo una magnitud variable
la cual estuvo siempre estrechamente relacionada con el territorio
y la ideología circundante. La génesis de ésta fuerza está en
los Burgos que comienzan a surgir en la Alta Edad Media (Dark
Ages), posteriormente esta fuerza evoluciona en la Ciudades-Estado
del Mediterráneo, especialmente en la Italia del Renacimiento.
El
capitalismo inicial procede del seno de la burguesía de esta época, no obstante lo florido en el cultivo
de las artes y las letras, y el desarrollo del bienestar de estos
grupos, sin embargo el sistema en si tuvo un crecimiento limitado
debido a la escasez de circulante, época que apenas comenzaba
a fluir en Europa el oro y la plata que España traía de América.
En parte esto se debió a que en los inicios no encontró un respaldo
ideológico propiciatorio, ya que la Iglesia Católica desde sus
inicios condenó el “amasamiento del dinero” y el cobro de intereses
como un pecado, labor que se relegaba a los extranjeros y a los
judíos. No fue sino en las ciudades estado y reinos de los países
del norte de Europa, como el Imperio Holandés, las Hansas de
Alemania, el reino de Suecia y el de Dinamarca, donde floreció el
capitalismo bajo la ética protestantismo que posteriormente se
convirtió en el espíritu del capitalismo. El crecimiento de estos
fue limitado debido a lo efímero de los imperios, reinos y de
las Hansas; no fue si no con la aparición del Imperio Ingles,
en cuyos territorios “nunca se posaba el sol”, que este sistema
económico vio su máxima expresión y donde se gestó en su máxima
expresión el imperialismo, una variante exacerbada del capitalismo.
La
consolidación del capitalismo trajo consigo
la necesaria estructuración de un poder territorial como el real
que pudiese dar coherencia y legitimidad al esquema de explotación,
y que pudiese enfrentar y erradicar las fuerzas que quedaban
del viejo sistema, (ducados, principados y otros del régimen
feudal). Este poder posteriormente evolucionó con los procesos
revolucionarios de los siglos XVII y XVIII, transformándose desde
un absolutismo monárquico a formas de poder cada vez más “democráticas”.
Estas estructuras de poder evolucionadas posteriormente llevaron
a la configuración de un marco jurídico el cual permitió el nacimiento
del liberalismo constitucionalista (que posteriormente evolucionaría
en el Estado Policial). Este permitió el desarrollo del modelo
capitalista cuya esencia tuvo como premisa el “dejar hacer, dejar
pasar” (laissez faire laissez pasé).
Estos
fueron los inicios de un proceso de evolución
de la naturaleza humana que posteriormente tuvieron como características
el desarrollo de los grandes capitales financieros de finales
de siglo XIX. Fueron los grandes imperios que vinieron a consolidar
una época de despreciable trato a los seres humano en donde se
consolidó la máxima de la explotación del hombre por el hombre,
de la enajenación de la fuerza laboral vía el industrialismo,
que posteriormente generaría antítesis como el marxismo en contrapunto
a este abusos de la época.
La
esencia de este sistema fue el colonialismo a ultranza donde
las colonias debían proveer “todo” a la metrópoli,
sin importar su precio (monetario o humano), es en esta época
que se consolida un comercio internacional fundamentado en términos
desiguales el cual rige hasta el presente. Este modelo de explotación
llevó a las grandes Guerras Mundiales, más claramente a la Primera
que parcialmente estancó la evolución del bienestar mundial en
pro de una industria bélica imperialista. Después de la Segunda
el sistema desembocó en la división de la humanidad en bloques
ideológicos que en momentos determinados tuvieron al mundo el
borde de la mutua destrucción atómica.
Sin
embargo la consolidación de territorios
cada vez más extensos, ya no políticos, llevó a la creación de
un poder económico financiero con expectativas mundiales que
han superado olímpicamente a los imperios de antaño; este se
ha basado en un desarrollo in extremis que, como se dijo al inicio,
ha adquirido visos de destrucción de la humanidad devastando
el hábitat que le da su subsistencia.
En
cierta forma el esquema de desarrollo previo a la era industrial,
la era agrícola, también conocida como la
primera ola había logrado hasta inicios del siglo XIX, que una
gran parte de la población de los países desarrollados dependiera
de una agricultura no tanto de subsistencia si no mas evolucionada.
Con el desarrollo de la industrialización incipiente de los países
desarrollados (imperios en su mayoría) un porcentual cada vez
más creciente de la población comenzó a depender de la industria.
Progresivamente comenzó una migración de la población no solo
a las grandes ciudades, sino a laborar en las industrias con
el consiguiente abandono de los trabajos agrícolas. Para finales
de la Segunda Guerra Mundial casi la mitad de la población de
los EE.UU. dependía de la industria, ya para los años sesenta
esta cifra era entre un sesenta a setenta por ciento de la población,
quizás en Europa este porcentaje era menor.
Paradójicamente el restante porcentual no vivía
todo de la agricultura, si no de los servicios, rubro que comenzaba
su lento pero seguro crecimiento, ya para los años ochenta casi
un cuarenta a un cuarenta y cinco por ciento laboraba en servicios,
para el sector público y privado. Hoy día una gran parte de la
población de los países desarrollados (más del cincuenta por
ciento) vive de los servicios y no de la industria, en cierta
forma esto vine a confirmar el fin de la era industrial y el
cambio de un sistema que estaba en vías de autodestruirse.
En
realidad no está claro el destino de esta
fuerza que ha traído más cambio y desarrollo a la humanidad en
el último siglo que todo aquel gestado desde los inicios de la
humanidad. No cabe duda que vivimos en un proceso de transición
de esa sociedad industrial hacia la futura sociedad de la información,
sin embargo aún quedan vivas fuerzas del viejo sistema que en
algunos momentos hasta han planteado la necesidad un “crecimiento
cero” del desarrollo y del sistema. No obstante las grandes objeciones
a la destrucción de medio ambiente causado en los países desarrollados,
estas fuerzas intentan desplazar la industria a la “periferia”.
En
el presente existen movimientos mundiales muy organizados,
y cada vez más violentos, que confrontan a los
mismos países desarrollados en sus propios patios exigiendo compartir
la riqueza de estos y compeliendo a imponer la sostenibilidad del desarrollo de la economía mundial. Estos
grupos los vemos en los enfrentamientos y manifestaciones en
contra de las reuniones del G8 y la aparición, (ante el agotamiento
del modelo republicano y de los partidos políticos en proveer
una alternativa viable a los viejos modelos de desarrollo), de
una Sociedad Civil que exige un replanteamiento y transición
de la vieja estructura hacia la Sociedad de la Información.
Para
lograr esto es necesario, antes de que se destruya el hábitat de manera irreversible, que estos nuevos
actores se cohesionen para lograr el cambio e implementar la
nueva sociedad la cual no cabe duda se deberá basar en la autosostenibilidad.
Este artículo puede ser
publicado libremente siempre que se cite la fuente
|