Bienvenidos, estamos para servirle... Volver al inicio del Centro de Conocimiento. Welcome to The Knowledge Center" we also have a bilingual  version. Pronto tendrémos un motor de búsqueda para servirle mejor.
 
Áreas de especialización de conocimiento.
Tenemos una gran cantidad de recursos de la red para usted y más...
Visite nuestro Centro para realizar sus investigaciones.
Acceso a Gobiernos, Internacionales, Regionales, Nacionales, Locales y Virtuales.
Estamos trabajando para servirle mejor...
Acceso a gran diversidad de repositorios de información jurídica en la Internet.
Información sobre la Reingeniería Humana
Conozca nuestros servicios...
Conozca nuestro sistema de Seminarios, Cursos y Confrencias.
Tiene problemas sobre: Tecnología, Comercio Electrónico u otros similares, solicite nuestra opinión, es gratis...
Nuestra Misión Quienes somos Nuestros proyectos

“El Desarrollo como Función del Capitalismo”

Autor Guillermo Augusto Pérez Merayo
Derechos de Autor

En general el capítulo en análisis se refiere a la problemática del capitalismo el cual una vez consolidadas sus fuerzas de transformación y de desarrollo, principalmente la industria y el capital financiero mundial. Estas fuerzas han tomado una dirección la cual esta llevando al mundo (la naturaleza) y a la humanidad a puntos de no retorno, y cuyo único rumbo pareciera de continuar este proceso, es la destrucción de nuestro hábitat (el mundo) y la consiguiente desaparición de los seres que lo componen.

Considera el autor que el progreso y el desarrollo humano es el resultado de la confluencia de grandes dos factores como son los materiales (materias primas o recursos y medios de capital o transformación) y los intelectuales que han surgido del espíritu y creación de la mente del hombre. La conjunción o no de estos factores en algunos casos ha permitido la evolución y bienestar de los territorios y los individuos que los componían, o bien el estancamiento en el progreso y la miseria de los pueblos.

La existencia humana ha cambiado sustancialmente en su paso por las distintas etapas de la historia conocidas cómo eras, así la de piedra, la agrícola, la industrial y recientemente la del conocimiento. Cada era ha tenido un agente catalizador que mueve o sirve de motor al sistema, muy importante fue para la humanidad la era industrial, la cual sirvió de lanzadera de desarrollo y salto cualitativo de la humanidad; esta tuvo como motor una fuerza económica conocida como el capitalismo.

Es importante hacer notar el capitalismo no se gestó en sus inicios como tal fuerza poderosa de todos conocida, sino que progresivamente esta se fue desarrollando hasta llegar a convertirse en los grandes capitales financieros (sin patria) del presente. Para que esto ocurriera tuvieron transcurrir también una serie de etapas, inicialmente surgió como un capital incipiente el cual progresivamente fue adquiriendo una magnitud variable la cual estuvo siempre estrechamente relacionada con el territorio y la ideología circundante. La génesis de ésta fuerza está en los Burgos que comienzan a surgir en la Alta Edad Media (Dark Ages), posteriormente esta fuerza evoluciona en la Ciudades-Estado del Mediterráneo, especialmente en la Italia del Renacimiento.

El capitalismo inicial procede del seno de la burguesía de esta época, no obstante lo florido en el cultivo de las artes y las letras, y el desarrollo del bienestar de estos grupos, sin embargo el sistema en si tuvo un crecimiento limitado debido a la escasez de circulante, época que apenas comenzaba a fluir en Europa el oro y la plata que España traía de América. En parte esto se debió a que en los inicios no encontró un respaldo ideológico propiciatorio, ya que la Iglesia Católica desde sus inicios condenó el “amasamiento del dinero” y el cobro de intereses como un pecado, labor que se relegaba a los extranjeros y a los judíos. No fue sino en las ciudades estado y reinos de los países del norte de Europa, como el Imperio Holandés, las Hansas de Alemania, el reino de Suecia y el de Dinamarca, donde floreció el capitalismo bajo la ética protestantismo que posteriormente se convirtió en el espíritu del capitalismo. El crecimiento de estos fue limitado debido a lo efímero de los imperios, reinos y de las Hansas; no fue si no con la aparición del Imperio Ingles, en cuyos territorios “nunca se posaba el sol”, que este sistema económico vio su máxima expresión y donde se gestó en su máxima expresión el imperialismo, una variante exacerbada del capitalismo.

La consolidación del capitalismo trajo consigo la necesaria estructuración de un poder territorial como el real que pudiese dar coherencia y legitimidad al esquema de explotación, y que pudiese enfrentar y erradicar las fuerzas que quedaban del viejo sistema, (ducados, principados y otros del régimen feudal). Este poder posteriormente evolucionó con los procesos revolucionarios de los siglos XVII y XVIII, transformándose desde un absolutismo monárquico a formas de poder cada vez más “democráticas”. Estas estructuras de poder evolucionadas posteriormente llevaron a la configuración de un marco jurídico el cual permitió el nacimiento del liberalismo constitucionalista (que posteriormente evolucionaría en el Estado Policial). Este permitió el desarrollo del modelo capitalista cuya esencia tuvo como premisa el “dejar hacer, dejar pasar” (laissez faire laissez pasé).

Estos fueron los inicios de un proceso de evolución de la naturaleza humana que posteriormente tuvieron como características el desarrollo de los grandes capitales financieros de finales de siglo XIX. Fueron los grandes imperios que vinieron a consolidar una época de despreciable trato a los seres humano en donde se consolidó la máxima de la explotación del hombre por el hombre, de la enajenación de la fuerza laboral vía el industrialismo, que posteriormente generaría antítesis como el marxismo en contrapunto a este abusos de la época.

La esencia de este sistema fue el colonialismo a ultranza donde las colonias debían proveer “todo” a la metrópoli, sin importar su precio (monetario o humano), es en esta época que se consolida un comercio internacional fundamentado en términos desiguales el cual rige hasta el presente. Este modelo de explotación llevó a las grandes Guerras Mundiales, más claramente a la Primera que parcialmente estancó la evolución del bienestar mundial en pro de una industria bélica imperialista. Después de la Segunda el sistema desembocó en la división de la humanidad en bloques ideológicos que en momentos determinados tuvieron al mundo el borde de la mutua destrucción atómica.

Sin embargo la consolidación de territorios cada vez más extensos, ya no políticos, llevó a la creación de un poder económico financiero con expectativas mundiales que han superado olímpicamente a los imperios de antaño; este se ha basado en un desarrollo in extremis que, como se dijo al inicio, ha adquirido visos de destrucción de la humanidad devastando el hábitat que le da su subsistencia.

En cierta forma el esquema de desarrollo previo a la era industrial, la era agrícola, también conocida como la primera ola había logrado hasta inicios del siglo XIX, que una gran parte de la población de los países desarrollados dependiera de una agricultura no tanto de subsistencia si no mas evolucionada. Con el desarrollo de la industrialización incipiente de los países desarrollados (imperios en su mayoría) un porcentual cada vez más creciente de la población comenzó a depender de la industria. Progresivamente comenzó una migración de la población no solo a las grandes ciudades, sino a laborar en las industrias con el consiguiente abandono de los trabajos agrícolas. Para finales de la Segunda Guerra Mundial casi la mitad de la población de los EE.UU. dependía de la industria, ya para los años sesenta esta cifra era entre un sesenta a setenta por ciento de la población, quizás en Europa este porcentaje era menor.

Paradójicamente el restante porcentual no vivía todo de la agricultura, si no de los servicios, rubro que comenzaba su lento pero seguro crecimiento, ya para los años ochenta casi un cuarenta a un cuarenta y cinco por ciento laboraba en servicios, para el sector público y privado. Hoy día una gran parte de la población de los países desarrollados (más del cincuenta por ciento) vive de los servicios y no de la industria, en cierta forma esto vine a confirmar el fin de la era industrial y el cambio de un sistema que estaba en vías de autodestruirse.

En realidad no está claro el destino de esta fuerza que ha traído más cambio y desarrollo a la humanidad en el último siglo que todo aquel gestado desde los inicios de la humanidad. No cabe duda que vivimos en un proceso de transición de esa sociedad industrial hacia la futura sociedad de la información, sin embargo aún quedan vivas fuerzas del viejo sistema que en algunos momentos hasta han planteado la necesidad un “crecimiento cero” del desarrollo y del sistema. No obstante las grandes objeciones a la destrucción de medio ambiente causado en los países desarrollados, estas fuerzas intentan desplazar la industria a la “periferia”.

En el presente existen movimientos mundiales muy organizados, y cada vez más violentos, que confrontan a los mismos países desarrollados en sus propios patios exigiendo compartir la riqueza de estos y compeliendo a imponer la sostenibilidad del desarrollo de la economía mundial. Estos grupos los vemos en los enfrentamientos y manifestaciones en contra de las reuniones del G8 y la aparición, (ante el agotamiento del modelo republicano y de los partidos políticos en proveer una alternativa viable a los viejos modelos de desarrollo), de una Sociedad Civil que exige un replanteamiento y transición de la vieja estructura hacia la Sociedad de la Información.

Para lograr esto es necesario, antes de que se destruya el hábitat de manera irreversible, que estos nuevos actores se cohesionen para lograr el cambio e implementar la nueva sociedad la cual no cabe duda se deberá basar en la autosostenibilidad.

Este artículo puede ser publicado libremente siempre que se cite la fuente

Volver al inicio
Volver a la página principal


Director del Centro -- Lic. Guillermo Augusto Pérez Merayo, Universidad Complutense, Madrid, P.O.Box, 4328- 1000, San José, Costa Rica, Curriculum.

 

Privacidad   |   Contáctenos

Technical questions: webmaster@centrodeconocimiento.com
© 1997-2009 Centro de Conocimiento. All rights reserved.