El dinero y la economía
nacional.
Mini ensayo originado
en el Capitulo Cuarto, del libro de clase “Análisis
del Entorno”, titulado “Dinero y Política Monetaria”.
El dinero constituye la esencia
de cualquier Estado y de todos los sectores que la comprenden,
por medio de este se valoran las mercancías y permite
su intercambio, igualmente ocurre con la mano de obra, los
productos y servicios que esta genera.
De no ser por el dinero estos bienes
variados no podrían compararse para su valoración
e intercambio, sólo por medio del dinero se puede establecer
una medida general de los valores referenciales entre todas
las mercaderías y las labores desempeñadas por
los humanos. En cierta forma el dinero se convierte con
el tiempo en una medida común de valor; es un medio
de cambio, una unidad de cuenta, un depósito de valor
y un patrón de pagos diferidos.
El dinero tiene funciones concretas
que con su evolución se han venido incrementando cada
vez más, hasta tal punto que se ha hecho difícil
visualizar la vida de los humanos sin este, tendríamos
que volver a la economía de subsistencia para poder
visualizarnos sin el dinero. En la sociedad en que el individuo
era el proveedor nato por excelencia de la mayoría de
las necesidades de su casa, no se podía concebir una
división del trabajo en donde los individuos proveían
cada uno con su especialización productos distintos
y variados.
Progresivamente, con la división
del trabajo el incipiente dinero adquiere un valor de uso para
los distintos productos que comienzan a generar los individuos
dentro de una sociedad cada vez más compleja que exige
la satisfacción de necesidades individuales. El dinero
también da un valor de cambio a estas nuevas mercancías
lo que permite individualizarlas para su consumo, ya no es
necesario cambiar una vaca por cinco cerdos y diez gallinas;
esta u otros pueden preciarse acorde una valoración
de la mano de obra necesaria para hacerlo, del tiempo para
hacerlo consumible y/o la escasez que este tenga.
En un momento surge el dinero mercancía,
o mejor dicho el dinero amonedado, son los metales preciosos
que se aceptan como moneda ya que este cumple con ciertos requisitos
que la dan una credibilidad consensual en la sociedad donde
se utiliza este nuevo medio transaccional. Es aquel dinero
que los incipientes gobiernos declaran “cómo aceptable
medio de cambio y forma legal para liquidación de deudas”.
Importante es mencionar que sin la existencia de una institución
como puede ser el príncipe o un reino, que valide o
institucionalice el dinero, este no logrará la credibilidad
del caso. En un momento determinado, que suele ubicarse con
la caída del Imperio Romano, el transporte de dinero
amonedado u otro tipo de metal escaso, se convierte en un riesgo,
con lo que surge la necesidad de un dinero simbólico
como es el dinero en papel. Este fue un proceso que tardo más
o menos unos doscientos años, para crear un derecho
que legitimará este tipo de “moneda”, una población
que creyera en él, la formación de grupos financieros
que respaldaran este tipo de “moneda” conocidos como Bancos
Mercantiles. Progresivamente surgió un dinero papel
que tuvo credibilidad suficiente para habilitar un incipiente
comercio internacional el cual se dio inicialmente en el Mediterráneo.
Una de las principales figuras que surgió fue la Letra
de Cambio en un mercado que progresivamente se comienza a ampliar
en los países de la Europa Norte y que se transforma
de un intercambio terrestre a un comercio marítimo.
El dinero en papel en un principio
era nominal o para una persona específica, sin embargo
el dinamismo del naciente comercio del Renacimiento exigía
un dinero menos rígido o mejor dicho “dinero al portador”.
Este también fue un proceso que también duro
un tiempo para que las personas pudiesen dar cabida al concepto
y que fuese aceptado en los nacientes países europeos,
así surgieron los Bancos de Giro y los billetes propiamente
como los conocemos hoy día. Para que lo anterior pudiese
ocurrir fue necesario que apareciesen los bancos emisores autorizados
por los príncipes para que pudiesen emitir moneda de
curso legal.
Es importante mencionar que estos
instrumentos comerciales no aparecieron como una idea preclara
de los príncipes, sino como una necesidad de los comerciantes
cada vez más venturosos, deseosos de correr riesgos
con el fin de enriquecerse cada vez más; por supuesto
que el poder del príncipe era necesario, pues legitimaba
el instrumento y le daba un ámbito donde operar, el
reino e impuestos para el príncipe y su corte.
Progresivamente con la aparición
de la institucionalidad del nuevo estado comienzan a aparecer
otras figuras que necesita el incipiente comercio de la época,
así las primitivas Cartas de Crédito, los giros
bancarios (primitivos cheques o billetes) y las transferencias
bancarias. Es importante mencionar que estas figuras no eran
tan innovadoras como parecen, ya que muchas de ellas existieron
durante el Imperio Romano, pero que con su desaparición
dejo de existir una fuerza coercitiva suficiente para viabilizarlos.
Algunas de las figuras mencionadas
tienen miles de años de haber existido, si bien no con
la complejidad que exigía la modernidad del renacimiento
y del mercantilismo pero si fueron utilizadas por la pujante
economía del Imperio Romano.
Progresivamente las necesidades
del boyante comercio internacional, especialmente de los siglos
diecisiete y dieciocho, trajo consigo la creación de
figuras más complejas o concatenación de figuras
primitivas que una con otra permitieron la estructuración
de operaciones de comercio mundial como fueron aquellas nacidas
del Imperio Británico en donde nunca posaba el sol.
Son los inicios de estructuras que evolucionarán en
el siglo veinte en un comercio internacional en el sentido
amplio de la palabra y que llevará en su momento oportuno
a la concepción de un comercio mundial pleno. Esto no
terminó aquí ya que recientemente con el advenimiento
de la aldea global y la Internet se ha habilitado un nuevo
tipo de comercio que ha venido a exigir una reconceptuación del
dinero; esta vez de un dinero ya no en papel, sino de un dinero
electrónico el cual
pueda ser movido por medio de la computadoras, y aparece la
exigencia de algo tan especial como son los micropagos. |